jueves, 28 de enero de 2016

Aniversario en Mentón - 1932


Desde Marsella, cuando amanece el día sobre la tierra de Provenza, el cielo tiene una suave tristeza de aurora lluviosa, gris. La Costa Azul había perdido la alegría del sol. Los yates blancos anclados en los puertecitos de la Riviera, envueltos en la niebla de la mañana, tenían un aspecto fantasmal. Había temporal en toda España y en parte de Francia. Nevaba en muchos sitios y llovía en el Mediterráneo. El mes de enero de 1928 estaba a punto de terminar.
Mentón está hundido en un profundo silencio, en un gran recogimiento.

Blasco Ibáñez había muerto.
Fue el 28 de enero, a las tres y media de la mañana, cuando se apagaba la vida del escritor valenciano en su casa de Mentón, población francesa de los Alpes Marítimos, a la orilla del Mediterráneo.

El post de hoy, recordando aquella fecha, reproduce un articulo publicado el 10 de febrero 1932, por la revista Mundo gráfico:

EN MENTÓN, LA VILLA LUMINOSA
Cuarto aniversario de la muerte de Blasco Ibáñez

La comitiva subiendo al cementerio de Mentón, enero 1932

El cementerio de Mentón tiene una sala en donde entra el luminoso sol de la Costa Azul.
En ella está el féretro que guarda los restos del gran novelista español Vicente Blasco Ibáñez. Allí espera ese día en que ha de volver a España.
Mientras tanto, los fervientes admiradores del artista van a la linda población francesa para rendir todos los años, en el aniversario de su muerte, un delicado y sentido homenaje a su memoria.
Y he aquí que esta vez, al cumplirse el cuarto año, la Corporación municipal valenciana acordó que una representación de ella fuera a Mentón para depositar sobre el féretro una corona de laurel. La Diputación Provincial hizo lo mismo. Y luego, las Cortes Constituyentes determinaron que seis diputados las representaran en ese acto.

Ante el túmulo de Blasco Ibáñez. Las comisiones le cubren de flores
Era de esperar que este año se le diera al aniversario toda la fuerza expresiva del sentimiento liberal de un pueblo por cuya libertad tanto hizo aquel luchador. Fué Blasco Ibáñez un hombre representativo de nuestra raza. Su ardor meridional hizo de su vida una interesante novela que no llegó a escribir.
Salió de España sin olvidarla nunca, y eligió para vivir la Costa Azul, porque tiene el mismo sol y el mismo mar de su Valencia y de aquella su Malvarrosa, donde se formó. Y entre las joyas de la «Riviera», señaló a Mentón, tan mediterránea, tan pintoresca, tan luminosa, tan adecuada al temperamento del novelista.
 Allí, en su jardín de «Fontana Rosa», lleno de olivos y de naranjos y de azulejos valencianos, escribió sus últimas novelas.
Y allí, un día enfermó, y allí murió, recordando a Cervantes y a Víctor Hugo, cuyos bustos en bronce se elevan en el jardín aquel que mira siempre al mar. A este Mediterráneo suave, guardado en sus orillas por las floridas casas de los millonarios del mundo.
Allí quedó el cuerpo inanimado, y allí espera que un día, luminoso también, como este del cuarto aniversario de su muerte, lleguen sus compatriotas y se lo lleven con la solemnidad fervorosa de la admiración.
En Mentón ha sido día grande este del cuarto aniversario. Toda la villa se ha asociado al acto, con sus huéspedes rubios de otros países brumosos que buscan las caricias de un sol que no ven en su país.
Se organizó la comitiva, que subía por las floridas sendas al cementerio, que es también un jardín. Grave lugar que sonríe a la muerte y nos hace pensar en ella sin horror.
Y en la salita por cuyas ventanas entran el sol y la brisa perfumada de los Alpes marítimos, la comitiva dejó sobre el féretro las flores de los jardines valencianos.
El señor Loraine, presidente del Comité Blasco Ibáñez en Mentón, habla, en francés, de las excelsitudes del escritor admirado del mundo, y al que la villa estimaba como hijo adoptivo y predilecto.
El alcalde de Valencia, Vicente Alfaro, pone en su discurso el brío de su juventud; cálida palabra levantina que expresa el sentimiento de un pueblo formado en la doctrina blasquista.
Y el señor Tenreiro, diputado de las Constituyentes españolas, hace sentir la emoción de cómo la España republicana viene ya oficialmente representada a la republicana Francia para enaltecer y perpetuar la memoria de un hombre que tanto lo deseó.
Dentro del sentir homogéneo de todos, y ante la luz potente de un sol muy nuestro y el colorido de nuestras costas, vibró en el acto esa cordialidad que hermana a los pueblos.
Y no sabíamos determinar los que asistimos si España estaba en Francia o Francia en España.
La memoria de Blasco Ibáñez nos suma a todos en un sentimiento de paz y amor universales
ENRIQUE BOHORQUES
Sigfrido Blasco, acompañado por varios periodistas valencianos,
 M. Fontana, ex alcalde de Mentón, y M. Loraíne, presidente del Comité Blasco Ibáñez en dicha población     
 (Fots. Ruggeri)


Fuentes:
Mundo gráfico, 10 de febrero 1932,
El Heraldo de Madrid, 30 de enero, 1928
En último conquistador: BLASCO IBÁÑEZ (1867-1928), Javier Varela, 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario